Yo hice venir una sequía sobre los campos y las montañas, sobre el trigo y el vino nuevo, sobre el aceite fresco y el fruto de la tierra, sobre los animales y los hombres, y sobre toda la obra de vuestras manos».
La vid se marchitó; languideció la higuera; se marchitaron los granados, las palmeras, los manzanos, ¡todos los árboles del campo! ¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!
De los fértiles campos de Moab han desaparecido el gozo y la alegría. Acabé con el vino de tus lagares; ya nadie pisa las uvas entre gritos de alborozo; los gritos ya no son de regocijo.
¿Hasta cuándo estará seca la tierra, y marchita la hierba de todos los campos? Los animales y las aves se mueren por la maldad de los que habitan el país, quienes se atreven a decir: «Dios no verá nuestro fin».
Y les respondió el Señor: «Mirad, os enviaré cereales, vino nuevo y aceite, hasta dejaros plenamente satisfechos; y no volveré a entregaros al oprobio entre las naciones.
Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos;
»Por esto, voy a reprender a vuestros descendientes. Os arrojaré a la cara los desperdicios de los sacrificios de vuestras fiestas, y os barreré junto con ellos.