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Referencias Cruzadas

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Jeremías 4:6

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Señalad a Sión con la bandera; ¡Buscad refugio, no os detengáis! Porque yo traigo del norte calamidad y gran destrucción.

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19 Referencias Cruzadas  

«¡Anunciad y proclamad entre las naciones! ¡Proclamadlo, levantad un estandarte! No ocultéis nada, sino decid: “¡Babilonia será conquistada! ¡Bel quedará en vergüenza! ¡Marduc quedará aterrado! ¡Sus imágenes quedan humilladas, y aterrados sus ídolos!”

»¡Levantad la bandera en el país! ¡Tocad la trompeta entre las naciones! ¡Convocad contra ella a los reinos de Ararat, Mini y Asquenaz! ¡Poned al frente un general! ¡Que avancen los caballos cual plaga de langostas!

¡Levantad el estandarte contra los muros de Babilonia! ¡Reforzad la guardia! ¡Poned centinelas! ¡Preparad la emboscada! El Señor cumplirá su propósito; cumplirá su decreto contra los babilonios.

yo haré que vengan todos los pueblos del norte, y también mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia. Los traeré contra este país, contra sus habitantes y contra todas las naciones vecinas, y los destruiré por completo: ¡los convertiré en objeto de horror, de burla y de eterna desolación! —afirma el Señor—.

Así dice el Señor: «¡Mirad! Del norte viene un ejército; una gran nación se moviliza desde los confines de la tierra.

»¡Huid de Jerusalén, benjaminitas! ¡Tocad la trompeta en Tecoa! ¡Levantad señal en Bet Haqueren! Una desgracia, una gran destrucción, nos amenaza desde el norte.

¿Hasta cuándo tendré que ver la bandera y escuchar el toque de la trompeta?

¡Pasad, pasad por las puertas! Preparad el camino para el pueblo. ¡Construid la carretera! ¡Quitadle todas las piedras! ¡Desplegad sobre los pueblos la bandera!

»Aquel día se oirán gritos de auxilio, desde la puerta del Pescado, gemidos desde el Barrio Nuevo, y gran quebranto desde las colinas —afirma el Señor—.

»Se oyen clamores por la gran destrucción del país de Babilonia.

¡En el país hay estruendo de guerra y de impresionante destrucción!

Después de eso entregaré a Sedequías, rey de Judá, y a sus oficiales y a la gente que haya quedado con vida después de la peste, la espada y el hambre —afirma el Señor—. Los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los enemigos que buscan matarlos. Sin ninguna piedad, clemencia ni compasión, Nabucodonosor los herirá a filo de espada”.

Y ahora habla con los habitantes de Judá y de Jerusalén, y adviérteles que así dice el Señor: “Estoy preparando una calamidad contra vosotros, y elaborando un plan en contra de vosotros. ¡Volveos ya de vuestro mal camino; enmendad vuestra conducta y vuestras acciones!”

Enviaré contra ti destructores, cada uno con sus armas, que talarán tus cedros más hermosos y los echarán en el fuego.

El carro de los caballos negros va hacia el país del norte; el de los caballos blancos, hacia el occidente; y el de los caballos pintos, hacia el país del sur».

¡Escuchad! ¡Llega un mensaje! Un gran estruendo viene de un país del norte, que convertirá las ciudades de Judá en guarida de chacales, en un montón de ruinas.

Después oí que Dios clamaba con fuerte voz: «¡Acercaos, verdugos de la ciudad, cada uno con vuestra arma destructora en la mano!»

Entonces vi que por el camino de la puerta superior que da hacia el norte venían seis hombres, cada uno con un arma mortal en la mano. Con ellos venía un hombre vestido de lino, que llevaba en la cintura un estuche de escriba. Todos ellos entraron y se pararon junto al altar de bronce.




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