Además, por medio del profeta Jehú hijo de Jananí, la palabra del Señor vino contra Basá y su familia, debido a todas las ofensas que este había cometido contra el Señor, provocando así su ira. Y, aunque destruyó a la familia de Jeroboán, llegó a ser semejante a esta por las obras que hizo.
Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún hijo de Najás, tal como su padre lo fue conmigo». Así que envió unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre. Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas,
«Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el Señor: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará.