En cuanto a mí, estoy en vuestras manos; haced conmigo lo que mejor os parezca.
Estamos en vuestras manos. Haced con nosotros lo que os parezca justo y bueno.
El rey Sedequías respondió: ―Lo dejo en vuestras manos. Ni yo, que soy el rey, puedo oponerme a vosotros.
Pero, si el Señor me hace saber que no le agrado, quedo a su merced y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca.
Sadrac, Mesac y Abednego respondieron a Nabucodonosor: ―¡No hace falta que nos defendamos ante ti!
Pero sabed que, si me matáis, estaréis derramando sangre inocente sobre vosotros mismos y sobre los habitantes de esta ciudad. Lo cierto es que el Señor me ha enviado a que os anuncie claramente todas estas cosas».
―Quédate con el dinero —le dijo el rey a Amán—, y haz con ese pueblo lo que mejor te parezca.