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Referencias Cruzadas

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Jeremías 20:9

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Si digo: «No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre», entonces su palabra en mi interior se vuelve un fuego ardiente que me cala hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.

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21 Referencias Cruzadas  

¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir:

Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.

El Espíritu me levantó y se apoderó de mí, y me fui amargado y enardecido, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.

Mientras Pablo los esperaba en Atenas, le dolió en el alma ver que la ciudad estaba llena de ídolos.

Pero yo estoy lleno de la ira del Señor, y ya no puedo contenerme. «Derrama tu ira sobre los niños de la calle, sobre los grupos de jóvenes, porque serán apresados el marido y la mujer, la gente madura y la entrada en años.

Jesús le respondió: ―Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó exclusivamente a la predicación, testificando a los judíos que Jesús era el Mesías.

¡Qué angustia, qué angustia! ¡Me retuerzo de dolor! Mi corazón se agita. ¡Ay, corazón mío! ¡No puedo callarme! Puedo escuchar el toque de trompeta y el grito de guerra.

En cuanto a los profetas: Se me parte el corazón en el pecho y se me estremecen los huesos. Por causa del Señor y de sus santas palabras, hasta parezco un borracho, alguien dominado por el vino.

¿No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo que pulveriza la roca? —afirma el Señor—.

Luego me dijo: «Hijo de hombre, cómete el rollo que te estoy dando hasta que te sacies». Y yo me lo comí, y era tan dulce como la miel.

Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará?

«Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclama contra ella que su maldad ha llegado hasta mi presencia».

Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor. Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa ciudad, huyendo así del Señor.




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