Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Jeremías 20:5

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Además, pondré en manos de sus enemigos toda la riqueza de esta ciudad, todos sus productos y objetos de valor, y todos los tesoros de los reyes de Judá, para que los saqueen y se los lleven a Babilonia.

Ver Capítulo Copiar

24 Referencias Cruzadas  

Como leones rugientes que despedazan a la presa, hay una conspiración de profetas que devoran a la gente, que se apoderan de las riquezas y de los objetos de valor, y que aumentan el número de viudas.

Por causa de todos tus pecados entregaré como botín, sin coste alguno, tu riqueza y tus tesoros, por todo tu territorio.

El enemigo se adueñó de todos los tesoros de Jerusalén; vio ella penetrar en su santuario a las naciones paganas, a las que tú prohibiste entrar en tu asamblea.

y sobre mi montaña a campo abierto. »Entregaré como botín tu riqueza, tus tesoros y tus santuarios paganos, por todos tus pecados en todo tu territorio.

Por eso, a comienzos del año el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, junto con los utensilios más valiosos del templo del Señor, e hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, pariente de Joaquín.

El Señor permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Babilonia y puso en el tesoro del templo de sus dioses.

No creían los reyes de la tierra, ni tampoco los habitantes del mundo, que los enemigos y adversarios de Jerusalén cruzarían alguna vez sus puertas.

Jerusalén trae a la memoria los tristes días de su peregrinaje; se acuerda de todos los tesoros que en el pasado fueron suyos. Cuando su pueblo cayó en manos enemigas nadie acudió en su ayuda. Sus adversarios vieron su caída y se burlaron de ella.

Los babilonios prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén.

El día nueve del mes cuarto del año undécimo del reinado de Sedequías, abrieron una brecha en el muro de la ciudad,

Sobre todas las lomas del desierto vinieron depredadores. La espada del Señor destruirá al país de un extremo al otro, y para nadie habrá paz.

Un desastre llama a otro desastre; todo el país está devastado. De repente fueron destruidos los pabellones y las tiendas donde habito.

Desde nuestra juventud, la vergonzosa idolatría ha engullido el esfuerzo de nuestros antepasados: sus rebaños y su ganado, sus hijos y sus hijas.

“Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—.

Ahora las rampas de ataque han llegado hasta la ciudad para conquistarla. A causa de la espada, el hambre y la pestilencia, la ciudad caerá en manos de los babilonios que la atacan. Señor, todo lo que habías anunciado se está cumpliendo, y tú mismo lo estás viendo.

Aunque Efraín prospere entre sus hermanos, vendrá el viento del Señor, el viento solano que se levanta del desierto, y se agotarán sus fuentes y manantiales. ¡Y arrebatará sus tesoros, todos sus objetos preciosos!




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios