Enviaré contra Babilonia gente que la lance por los aires, que la aviente como se avienta el trigo, hasta dejarla vacía. En el día de su calamidad la atacarán por todas partes.
Señor, ¿acaso no buscan tus ojos la verdad? Golpeaste a esa gente, y no les dolió, acabaste con ellos, y no quisieron ser corregidos. Endurecieron su rostro más que una roca, y no quisieron arrepentirse.
Por eso, entrega ahora a sus hijos al hambre; abandónalos a merced de la espada. Que sus esposas se queden viudas y sin hijos; que sus maridos mueran asesinados, y que sus jóvenes caigan en combate a filo de espada.
»”No seáis como vuestros antepasados, a quienes les proclamaron los profetas de antaño que así dice el Señor Todopoderoso: ‘Volveos de vuestra mala conducta y de vuestras malas acciones’. Porque ellos no me obedecieron ni me prestaron atención —afirma el Señor—.
»Y tú, hijo de hombre, el día en que yo les quite su fortaleza, su alegría y su gozo, el templo que les deleita la vista, el deseo de su corazón, y a sus hijos e hijas,
advertirle al pueblo de Israel que así dice el Señor omnipotente: “Voy a profanar mi santuario, orgullo de vuestra fortaleza, el templo que os deleita la vista y en el que depositáis vuestro afecto. Los hijos y las hijas que dejasteis morirán a filo de espada,
Los sirios en el este y los filisteos en el oeste se comieron a Israel de un solo bocado. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; ¡su mano aún sigue extendida!