Por eso, entrega ahora a sus hijos al hambre; abandónalos a merced de la espada. Que sus esposas se queden viudas y sin hijos; que sus maridos mueran asesinados, y que sus jóvenes caigan en combate a filo de espada.
Entonces el Señor envió contra ellos al rey de los babilonios, quien dentro del mismo templo mató a espada a los jóvenes, y no tuvo compasión de jóvenes ni de doncellas, ni de adultos ni de ancianos. A todos se los entregó Dios en sus manos.
»Jóvenes y ancianos por igual yacen en el polvo de las calles; mis jóvenes y mis doncellas cayeron a filo de espada. En tu enojo les quitaste la vida; ¡los masacraste sin piedad!
Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras acciones —afirma el Señor—; a su bosque le prenderé fuego, y ese fuego consumirá todos sus alrededores”».
»Os mandé plagas como las de Egipto. Pasé por la espada a vuestros mejores jóvenes, junto con los caballos capturados. Hice que llegara hasta vuestras propias narices el hedor de los cadáveres. Con todo, no os volvisteis a mí —afirma el Señor—.