El Señor te puso por nombre: «Olivo frondoso, lleno de hermosos frutos». Pero, en medio de grandes estruendos, te ha prendido fuego, y tus ramas se consumen.
Una vez secas, las ramas se quiebran; vienen luego las mujeres y con ellas hacen fuego. Porque este es un pueblo sin entendimiento; por eso su creador no tiene compasión de él, ni de él se apiada quien lo formó.
Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras acciones —afirma el Señor—; a su bosque le prenderé fuego, y ese fuego consumirá todos sus alrededores”».
»Por eso, así dice el Señor omnipotente: “Descargaré mi enojo y mi furor sobre este lugar: sobre los hombres y los animales, sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra, ¡y arderá mi enojo y no se apagará!”