Vosotros observad mis mandamientos y absteneos de seguir las abominables costumbres que se practicaban en la tierra antes de que vosotros llegarais. No os contaminéis por causa de ellas. Yo soy el Señor vuestro Dios».
Como bien sabéis, vosotros fuisteis rescatados de la vida absurda que heredasteis de vuestros antepasados. El precio de vuestro rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata,
A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón.
Así dice el Señor: «¿Qué injusticia vieron en mí vuestros antepasados, que se alejaron tanto de mí? Se fueron tras lo que nada vale, y en nada se convirtieron.
Os consta además que el tal Pablo ha logrado persuadir a mucha gente no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Él sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos.
Yo dictaré sentencia contra mi pueblo, por toda su maldad, porque me han abandonado; han quemado incienso a otros dioses, y han adorado las obras de sus manos.
¿Acaso hay entre los ídolos falsos alguno que pueda hacer llover? Señor y Dios nuestro, ¿acaso no eres tú, y no el cielo mismo, el que manda los aguaceros? Tú has hecho todas estas cosas; por eso esperamos en ti.
Señor, fuerza y fortaleza mía, mi refugio en el día de la angustia: desde los confines de la tierra vendrán a ti las naciones, y dirán: «Solo mentira heredaron nuestros antepasados; heredaron lo absurdo, lo que no sirve para nada.