Las aguas crecían y aumentaban cada vez más, pero el arca se mantenía a flote sobre ellas.
Al recobrar las aguas su estado normal, se tragaron todos los carros y jinetes del faraón, y a todo el ejército que había entrado al mar para perseguir a los israelitas. Ninguno de ellos quedó con vida.
Allí navegan los barcos y se mece Leviatán, que tú creaste para jugar con él.
No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo, ni que el foso cierre sus fauces sobre mí.
Perdieron la vida antes de tiempo; un diluvio arrasó sus cimientos.
El diluvio cayó sobre la tierra durante cuarenta días. Cuando crecieron las aguas, elevaron el arca por encima de la tierra.
Tanto crecieron las aguas que cubrieron las montañas más altas que hay debajo de los cielos.