Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube aquí: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto».
En los últimos días, el monte de la casa del Señor será establecido como el más alto de los montes; se alzará por encima de las colinas, y hacia él confluirán todas las naciones.
Reunirás a todos los hombres, mujeres y niños de tu pueblo, y a los extranjeros que vivan en tus ciudades, para que escuchen y aprendan a temer al Señor tu Dios, y obedezcan fielmente todas las palabras de esta ley.
»“Sucederá que en los últimos días —dice Dios— derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Vuestros hijos e hijas profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos.
En los últimos días, el monte del templo del Señor será puesto sobre la cumbre de las montañas y se erguirá por encima de las colinas. Entonces los pueblos marcharán hacia ella,
En el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel, que también se llamaba Beltsasar, tuvo una visión acerca de un gran ejército. El mensaje era verdadero, y Daniel pudo comprender su significado en la visión.
y le dijo: ―¡Tu Dios es el Dios de dioses y el Soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso!
“Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—.
»Reuníos, todos vosotros, y escuchad: ¿Quién de ellos ha profetizado estas cosas? El amado del Señor ejecutará su propósito contra Babilonia; su brazo estará contra los caldeos.