Los restos de José, que los israelitas habían traído de Egipto, fueron sepultados en Siquén, en un terreno que Jacob había comprado por cien monedas de plata a los hijos de Jamor, padre de Siquén. El terreno después llegó a ser propiedad de los descendientes de José.
»Todo esto, a pesar de que por ellos yo destruí a los amorreos; destruí su fruto arriba y sus raíces abajo, aunque eran altos como el cedro y fuertes como la encina.
Más bien, reconocerá a este como el primogénito, y le dará una doble porción de sus posesiones. Ese hijo es el primer fruto de su vigor, y a él le pertenece el derecho de primogenitura.
»Así dice el Señor omnipotente: Estos son los límites del país que se repartirá como herencia a las doce tribus de Israel, teniendo en cuenta que a José le tocará una doble porción.