Llegó el momento en que se les acabó el alimento que habían llevado de Egipto. Entonces su padre les dijo: ―Volved a Egipto y comprad un poco más de alimento para nosotros.
El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.
Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo.
Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.
Más vale tener poco con temor del Señor que muchas riquezas con grandes angustias.
―Perdón, señor: nosotros ya vinimos antes para comprar alimento;
Si tú nos permites llevar a nuestro hermano menor, iremos a comprarte alimento.
El hambre seguía aumentando en aquel país.
Pero Judá le recordó: ―Aquel hombre nos advirtió claramente que no nos presentáramos ante él, a menos que lo hiciéramos con nuestro hermano menor.
Tiempo después nuestro padre nos dijo: “Volved otra vez a comprar un poco de alimento”.