―¡No es verdad! —insistió José—. Vosotros habéis venido para investigar las zonas desprotegidas del país.
Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además somos gente honrada. ¡Tus siervos no somos espías!
Pero ellos volvieron a responder: ―Nosotros, tus siervos, éramos doce hermanos, todos hijos de un mismo padre que vive en Canaán. El menor se ha quedado con nuestro padre, y el otro ya no vive.
Y con esto lo vamos a comprobar: Os juro por la vida del faraón que de aquí no saldréis con vida a menos que traigáis a vuestro hermano menor.
¡Ya le conoces! Lo más seguro es que haya venido con engaño para averiguar qué planes tienes, y para enterarse de todo lo que estás haciendo».