Aunque Efraín prospere entre sus hermanos, vendrá el viento del Señor, el viento solano que se levanta del desierto, y se agotarán sus fuentes y manantiales. ¡Y arrebatará sus tesoros, todos sus objetos preciosos!
Pero fue desarraigada con furia y arrojada al suelo. El viento del este la dejó marchita, y la gente le arrancó sus frutos. Secas quedaron sus vigorosas ramas, y fueron consumidas por el fuego.
¿Prosperará aunque sea trasplantada? ¿Acaso el viento del este no la marchitará cuando la azote? ¡Claro que sí se marchitará en el lugar donde había nacido!»
Efraín se alimenta de viento: todo el día va tras el viento solano, y multiplica la mentira y la violencia. Hace pactos con Asiria, y a Egipto le da aceite como tributo».
Al salir el sol, Dios dispuso un viento oriental abrasador. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que este desfallecía. Con deseos de morirse, exclamó: «¡Prefiero morir que seguir viviendo!»