entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, este es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso.
Se presentaron entonces ante el rey de Israel, se rindieron ante él y le rogaron: ―Tu siervo Ben Adad dice: “Por favor, perdóname la vida”. ―¿Todavía está vivo? —preguntó el rey—. ¡Pero si es mi hermano!
Isaac le respondió: ―Ya lo he puesto por señor tuyo: todos sus hermanos serán siervos suyos; lo he sustentado con trigo y con vino. ¿Qué puedo hacer ahora por ti, hijo mío?
Que te sirvan los pueblos; que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga».
―Escúchanos, señor; tú eres un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulta a tu esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su tumba para que puedas sepultar a tu esposa.
Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero, si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo».
»Oh Señor, cuando saliste de Seír, cuando marchaste desde los campos de Edom, tembló la tierra, se estremecieron los cielos, las nubes derramaron agua.