Los hititas le respondieron:
Canaán fue el padre de Sidón, su primogénito, y de Het,
―Entre vosotros yo soy un extranjero; no obstante, quiero pediros que me vendáis un sepulcro para enterrar a mi esposa.
―Escúchanos, señor; tú eres un príncipe poderoso entre nosotros. Sepulta a tu esposa en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su tumba para que puedas sepultar a tu esposa.
Luego se retiró de donde estaba la difunta y fue a proponer a los hititas lo siguiente:
Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños.