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Referencias Cruzadas

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Génesis 22:8

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

―El cordero, hijo mío, lo proveerá Dios —le respondió Abraham. Y siguieron caminando juntos.

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14 Referencias Cruzadas  

Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo: ―¡Aquí tenéis al Cordero de Dios!

Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tenéis al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!

Cantaban con todas sus fuerzas: «¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!»

¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo.

A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo.

―Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible.

―Eso tú lo sabes, mi señor —respondí. Él me dijo: ―Aquellos son los que están saliendo de la gran tribulación; han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.

Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Amasías le preguntó al hombre de Dios: ―¿Qué va a pasar con los tres mil trescientos kilos de plata que pagué al ejército de Israel? ―El Señor puede darte mucho más que eso —respondió.

Isaac le dijo a Abraham: ―¡Padre! ―Dime, hijo mío. ―Aquí tenemos el fuego y la leña —continuó Isaac—; pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?

Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y preparó la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.

A ese sitio Abraham le puso por nombre: «El Señor provee». Por eso hasta el día de hoy se dice: «En un monte provee el Señor».

Una vez más Elías le dijo: ―Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado al Jordán. Pero Eliseo insistió: ―Tan cierto como que el Señor y tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo. Así que los dos siguieron caminando




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