Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo; él, por su parte, cargó con el fuego y el cuchillo. Y los dos siguieron caminando juntos.
Entonces les dijo a sus criados: ―Quedaos aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante para adorar a Dios, y luego regresaremos junto a vosotros.
Una vez más Elías le dijo: ―Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado al Jordán. Pero Eliseo insistió: ―Tan cierto como que el Señor y tú estáis vivos, te juro que no te dejaré solo. Así que los dos siguieron caminando