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Referencias Cruzadas

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Génesis 21:16

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

y fue a sentarse sola a cierta distancia, pues pensaba: «No quiero ver morir al niño». En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente.

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16 Referencias Cruzadas  

«¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!

Porque ¿cómo podría yo ver el mal que se cierne sobre mi pueblo? ¿Cómo podría ver impasible el exterminio de mi gente?

La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey: ―¡Por favor, señor mío! ¡Dale a ella el niño que está vivo, pero no lo mates! En cambio, la otra exclamó: ―¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!

Así que emprendió el viaje y se fue a su padre. »Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.

Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de súplica, y entonces pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito.

David y los que estaban con él se pusieron a llorar y a gritar hasta quedarse sin fuerzas.

Cuando David terminó de hablar, Saúl le preguntó: ―David, hijo mío, ¡pero si eres tú quien me habla! Y alzando la voz, se echó a llorar.

Que el Señor os conceda hallar seguridad en un nuevo hogar, al lado de un nuevo esposo. Luego las besó. Pero ellas, deshechas en llanto,

Cuando el ángel del Señor les habló así a todos los israelitas, el pueblo lloró a gritos.

¿Cómo podré volver junto a mi padre si mi hermano menor no está conmigo? ¡No soy capaz de ver la desgracia que le sobrevendrá a mi padre!»

Luego besó a Raquel, rompió en llanto

Pero Esaú insistió: ―¿Acaso tienes una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí! Y se echó a llorar.

Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de un arbusto

―Tan cierto como que vive el Señor tu Dios —respondió ella—, que no me queda ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!

Vístete de luto, pueblo mío; revuélcate en las cenizas. Llora amargamente, como lo harías por tu primogénito, porque nos cae por sorpresa el que viene a destruirnos.

Convertiré en luto vuestras fiestas religiosas, y en cantos fúnebres todas vuestras canciones. Os vestiré de luto y os afeitaré la cabeza. Será como si lloraseis la muerte de un hijo único, y terminaréis el día en amargura.




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