Y así sucedió: Dios hizo el firmamento y separó las aguas que están abajo, de las aguas que están arriba.
Alabadle vosotros, altísimos cielos, y vosotras, las aguas que estáis sobre los cielos.
Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es este, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»
Y dijo Dios: «¡Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar, y que aparezca lo seco!» Y así sucedió.
En sus nubes envuelve las aguas, pero las nubes no revientan con su peso.
y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra!» Y sucedió así.
Cuando las nubes están cargadas, derraman su lluvia sobre la tierra. Si el árbol cae hacia el sur, o cae hacia el norte, donde cae allí se queda.
Y dijo Dios: «¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes y reptiles, según su especie!» Y sucedió así.
Y dijo Dios: «¡Que haya vegetación sobre la tierra; que esta produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todos según su especie!» Y así sucedió.
Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas, y que fluyan entre las montañas.
Al firmamento Dios lo llamó «cielo». Y vino la noche, y llegó la mañana: ese fue el segundo día.
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.
Un día cuenta al otro la noticia, una noche a la otra comparte su saber.
Al que con inteligencia hizo los cielos; su gran amor perdura para siempre.