Y dijo Dios: «¡Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, animales salvajes y reptiles, según su especie!» Y sucedió así.
»Mira a Behemot, criatura mía igual que tú, que se alimenta de hierba, como los bueyes.
Contigo entrará también una pareja de cada especie de aves, de ganado y de reptiles, para que puedan sobrevivir.
Salieron también todos los animales: el ganado, las aves y todos los reptiles que se mueven sobre la tierra, cada uno según su especie.
los animales salvajes y los domésticos, los reptiles y las aves,
»¿Quién deja sueltos a los asnos salvajes? ¿Quién les desata las cuerdas?
Junto con ellos entró toda clase de animales salvajes y domésticos, de animales que se arrastran por el suelo y de aves.
Sale entonces la gente a cumplir sus tareas, a hacer su trabajo hasta el anochecer.
En las altas montañas están las cabras monteses, y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.
»¿Le has dado al caballo su fuerza? ¿Has cubierto su cuello con largas crines?
»¿Crees tú que el toro salvaje se prestará a servirte? ¿Pasará la noche en tus establos?
»¿Sabes cuándo los íbices tienen sus crías? ¿Has visto el parto de las gacelas?
Y vino la noche, y llegó la mañana: ese fue el quinto día.
Entonces Dios el Señor formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce.