De lo contrario, cuando levantéis los ojos y veáis todo el ejército del cielo —es decir, el sol, la luna y las estrellas—, podéis sentiros tentados a postraros ante ellos y adorarlos. Esos astros se los ha dado vuestro Señor y Dios a todas las naciones que están debajo del cielo.
Así dice el Señor, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso, quien estableció el sol para alumbrar el día, y la luna y las estrellas para alumbrar la noche, y agita el mar para que rujan sus olas:
El Señor hizo las Pléyades y el Orión, convierte en aurora las densas tinieblas y oscurece el día hasta convertirlo en noche. Él convoca las aguas del mar y las derrama sobre la tierra. ¡Su nombre es el Señor!
Alzad los ojos y mirad a los cielos: ¿Quién ha creado todo esto? El que ordena la multitud de estrellas una por una, y llama a cada una por su nombre. ¡Es tan grande su poder, y tan poderosa su fuerza, que no falta ninguna de ellas!
»Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, »“se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos”.
«Así dice el Señor: “Si vosotros pudierais romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo,
Vi que el Cordero rompió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto. El sol se oscureció como si se hubiera vestido de luto, la luna entera se tornó roja como la sangre,
»”Así dice el Señor omnipotente: La puerta oriental del atrio interior permanecerá cerrada durante los días laborables, pero se abrirá los sábados y los días de luna nueva.
Tocó el cuarto ángel su trompeta, y fue asolada la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de ellos. Así quedó sin luz la tercera parte del día y la tercera parte de la noche.