Ahora bien, creo que es necesario enviaros de vuelta a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de lucha, a quien vosotros habéis enviado para atenderme en mis necesidades.
Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa estoy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el evangelio.
También os saluda Jesús, llamado el Justo. Estos son los únicos judíos que colaboran conmigo en pro del reino de Dios, y me han sido de mucho consuelo.
Y a ti, mi fiel compañero, te pido que ayudes a estas mujeres que han luchado a mi lado en la obra del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Timoteo nuestro hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos en toda la región de Acaya: