y mañana por la mañana veréis la gloria del Señor. Ya él sabe que vosotros andáis murmurando contra él. Nosotros no somos nadie, para que vosotros murmuréis contra nosotros.
Cuando Jesús oyó esto, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para la gloria de Dios, para que por ella el Hijo de Dios sea glorificado».
Florecerá y se regocijará: ¡gritará de alegría! Se le dará la gloria del Líbano, y el esplendor del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios.
Mientras Aarón hablaba con toda la comunidad israelita, volvieron la mirada hacia el desierto, y vieron que la gloria del Señor se hacía presente en una nube.
Como la congregación empezó a amotinarse contra Moisés y Aarón, estos se dirigieron a la Tienda de reunión. De repente la nube cubrió la Tienda, y apareció la gloria del Señor.
y la gloria del Señor se posó sobre el Sinaí. Seis días la nube cubrió el monte. Al séptimo día, desde el interior de la nube, el Señor llamó a Moisés.
«Han llegado a mis oídos las murmuraciones de los israelitas. Diles que antes de que caiga la noche comerán carne, y que mañana por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios».
Y añadió Moisés: ―Esta tarde el Señor os dará a comer carne, y mañana os saciará de pan, pues ya os oyó murmurar contra él. Porque ¿quiénes somos nosotros? ¡Vosotros no estáis murmurando contra nosotros, sino contra el Señor!