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Referencias Cruzadas

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Daniel 3:26

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Dicho esto, Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno en llamas y gritó: ―Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, ¡salid de ahí, y venid aquí! Cuando los tres jóvenes salieron del horno,

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22 Referencias Cruzadas  

Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de tus manos.

Me es grato daros a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor.

Y del trono salió una voz que decía: «¡Alabad a nuestro Dios, todos sus siervos, grandes y pequeños, que con reverente temor le sirven!»

¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Pensáis que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo.

Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: ―Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y os anuncian el camino de salvación.

y le dijo: ―¡Tu Dios es el Dios de dioses y el Soberano de los reyes! ¡Tu Dios revela todos los misterios, pues fuiste capaz de revelarme este sueño misterioso!

Pero no tendréis que apresuraros ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel os cubrirá la espalda!

Los sacerdotes que llevaban el arca permanecieron en medio del cauce hasta que los israelitas hicieron todo lo que el Señor le había ordenado a Josué. Todo se hizo según las instrucciones que Josué había recibido de Moisés. El pueblo se apresuró a cruzar el río

Por su parte, los sacerdotes que portaban el arca del pacto del Señor permanecieron de pie en terreno seco, en medio del Jordán, mientras todo el pueblo de Israel terminaba de cruzar el río por el cauce totalmente seco.

Pero Pablo respondió a los guardias: ―¿Cómo? A nosotros, que somos ciudadanos romanos, que nos han azotado públicamente y sin proceso alguno, y nos han echado en la cárcel, ¿ahora quieren expulsarnos a escondidas? ¡Nada de eso! Que vengan ellos personalmente a escoltarnos hasta la salida.

Ya cerca, lleno de ansiedad gritó: ―Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones?

Por eso dice el Señor omnipotente: «¡Yo pongo en Sión una piedra probada!, piedra angular y preciosa para un cimiento firme; el que confíe no andará desorientado.

Ellos nos respondieron: «Somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reconstruyendo el templo que fue edificado y terminado hace ya mucho tiempo por un gran rey de Israel.

Y Melquisedec, rey de Salén y sacerdote del Dios altísimo, le ofreció pan y vino.

Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo,

Pero a vosotros el Señor os tomó y os sacó de Egipto, de ese horno donde se funde el hierro, para que fuerais el pueblo de su propiedad, como lo sois ahora.

pues Israel es tu pueblo y tu heredad; ¡tú lo sacaste de aquel horno de fundición que es Egipto!

que yo mismo prescribí a vuestros antepasados el día que los hice salir de Egipto, de esa caldera para fundir hierro”. Les dije: “Obedecedme y cumplid con todo lo que os prescribo, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

Hablará en contra del Altísimo y oprimirá a sus santos; tratará de cambiar las festividades y también las leyes, y los santos quedarán bajo su poder durante tres años y medio.

Las caballerías nos han aplastado la cabeza; hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al fin nos has dado un respiro.

―¡Que viva el rey para siempre! —contestó Daniel desde el foso—.




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