Dirigirá entonces sus ataques contra las ciudades costeras, y conquistará muchas de ellas, pero un general responderá a su insolencia y lo hará quedar en ridículo.
El Señor los aterrará cuando destruya a todos los dioses de la tierra; y así hasta las naciones más remotas se postrarán en adoración ante él, cada cual en su propia tierra.
»Naciones, escuchad la palabra del Señor, y anunciad en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”.
»Les daré una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones: a Tarsis, Pul, Lidia (famosa por sus arqueros), Tubal y Grecia, y a las costas lejanas que no han oído hablar de mi fama ni han visto mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria entre las naciones.
Entonces Adoní Bézec exclamó: «¡Setenta reyes, cortados los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, recogían migajas debajo de mi mesa! ¡Ahora Dios me ha pagado con la misma moneda!» Luego lo llevaron a Jerusalén, y allí murió.