»Yo, Daniel, fui el único que tuvo esta visión. Los que estaban conmigo, aunque no vieron nada, se asustaron y corrieron a esconderse.
Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz, pero no veían a nadie.
Los que me acompañaban vieron la luz, pero no percibieron la voz del que me hablaba.
El hombre contestó: ―Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí.
Tan terrible era este espectáculo que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo».
¡Métete en la roca, y escóndete en el polvo ante el terror del Señor y el esplendor de su majestad!
«Hijo de hombre, tiembla al comer tu pan, y llénate de espanto y miedo al beber tu agua.
¿Podrá el hombre hallar un escondite donde yo no pueda encontrarlo? —afirma el Señor—. ¿Acaso no soy yo el que llena los cielos y la tierra? —afirma el Señor—.