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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 1:1

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Esta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan,

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30 Referencias Cruzadas  

»Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas que conciernen a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana».

El ángel me dijo: «Estas palabras son verdaderas y dignas de confianza. El Señor, el Dios que inspira a los profetas, ha enviado a su ángel para mostrar a sus siervos lo que tiene que suceder sin demora».

No lo recibí ni lo aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por revelación de Jesucristo.

En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas.

es decir, el misterio que me dio a conocer por revelación, como ya os escribí brevemente.

»Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá después.

Tan pronto como empezaste a orar, Dios contestó tu oración. He venido a decírtelo porque tú eres muy apreciado. Presta, pues, atención a mis palabras, para que entiendas la visión.

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la perseverancia que tenemos en unión con Jesús, estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.

Se acercaba la hora del sacrificio vespertino. Y mientras yo seguía orando, el ángel Gabriel, a quien había visto en mi visión anterior, vino en raudo vuelo a verme

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; os he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir os lo he dado a conocer.

Escuché entonces una voz que desde el río Ulay gritaba: “¡Gabriel, dile a este hombre lo que significa la visión!”

El Señor brinda su amistad a quienes lo honran, y les da a conocer su pacto.

Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube aquí: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto».

Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió me encargó qué decir y cómo decirlo.

Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de vosotros. Pero el que me envió es veraz, y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo.

Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.

El Dios eterno ocultó su misterio durante largos siglos, pero ahora lo ha revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato, para que todas las naciones obedezcan a la fe. ¡Al que puede fortaleceros conforme a mi evangelio y a la predicación acerca de Jesucristo,

porque les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron; saben con certeza que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.

Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, llamado para que, mediante la fe, los elegidos de Dios lleguen a conocer la verdadera religión.

Se acercó y recibió el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas se me acercó y me dijo: «Ven, y te mostraré el castigo de la gran prostituta que está sentada sobre muchas aguas.

El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!”» Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios».

Me postré a sus pies para adorarle. Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú y como tus hermanos que se mantienen fieles al testimonio de Jesús. ¡Adora solo a Dios! El testimonio de Jesús es el espíritu que inspira la profecía».

Se acercó uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas con las últimas siete plagas. Me habló así: «Ven, que te voy a presentar a la novia, la esposa del Cordero».

Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero,

Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Y, cuando lo vi y oí, me postré para adorar al ángel que me había estado mostrando todo esto.

Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un siervo como tú, como tus hermanos los profetas y como todos los que cumplen las palabras de este libro. ¡Adora solo a Dios!»




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