David les ordenó a los jefes de los levitas que nombraran cantores de entre sus parientes para que entonaran alegres cantos al son de arpas, liras y címbalos.
Sucedió que, al entrar el arca del Señor en la Ciudad de David, Mical hija de Saúl se asomó a la ventana; y, cuando vio que el rey David estaba saltando y bailando delante del Señor, sintió por él un profundo desprecio.