y declaró solemnemente: «¡Que el Señor me libre de beberla! ¡Eso sería como beberme la sangre de hombres que se han jugado la vida!» Y no quiso beberla. Tales hazañas hicieron esos tres héroes.
Amasá no se percató de que en la otra mano Joab llevaba la daga, así que Joab se la clavó en el vientre, y las entrañas de Amasá se derramaron por el suelo. Amasá murió de una sola puñalada, y luego Joab y su hermano Abisay persiguieron a Sabá hijo de Bicrí.
Nuestra ciudad es la más pacífica y fiel del país, y muy importante en Israel; tú, sin embargo, intentas arrasarla. ¿Por qué quieres destruir la heredad del Señor?
Yo no he venido a eso, sino a capturar a un hombre llamado Sabá hijo de Bicrí. Es de la sierra de Efraín y se ha sublevado contra el rey David. Si me entregáis a ese hombre, me retiro de la ciudad. ―Muy bien —respondió la mujer—. Desde la muralla arrojaremos su cabeza.