Daos prisa y mandadle este mensaje a David: “No pases la noche en los llanos del desierto; más bien, cruza de inmediato al otro lado, no vaya a ser que el rey y quienes lo acompañan sean aniquilados”.
Todo el pueblo lloraba a gritos mientras David pasaba con su gente y, cuando el rey cruzó el arroyo de Cedrón, toda la gente comenzó la marcha hacia el desierto.
―¿Qué vas a hacer con todo esto? —le preguntó el rey. Siba respondió: ―Los asnos son para que monte la familia del rey, el pan y la fruta son para que coman los soldados, y el vino es para que beban los que desfallezcan en el desierto.