Un día, le pidió a Joab que fuera a ver al rey, pero Joab no quiso ir. Se lo volvió a pedir, pero Joab se negó a hacerlo.
Mandó a sus siervos que llamaran a los invitados, pero estos se negaron a asistir al banquete.
Pero, cuando los eunucos le comunicaron la orden del rey, la reina se negó a ir. Esto contrarió mucho al rey, y se enfureció.
Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin presentarse ante el rey.