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Referencias Cruzadas

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2 Samuel 12:20

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

Entonces David se levantó del suelo y en seguida se bañó y se perfumó; luego se vistió y fue a la casa del Señor para adorar. Después regresó al palacio, pidió que le sirvieran alimentos, y comió.

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20 Referencias Cruzadas  

En ese momento, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego, abatido, cayó al suelo en actitud de adoración.

Báñate y perfúmate, y ponte tu mejor ropa. Baja luego a la era, pero no dejes que él se dé cuenta de que estás allí hasta que haya terminado de comer y beber.

Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara

Que sean siempre blancos tus vestidos, y que no falte nunca el perfume en tus cabellos.

Job le respondió: ―Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo? A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.

Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo: «Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos?

»He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa.

El arca del Señor fue llevada a la tienda de campaña que David le había preparado. La instalaron en su sitio, y David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión en presencia del Señor.

Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume.

Pero David, al ver que sus oficiales estaban cuchicheando, se dio cuenta de lo que había pasado y les preguntó: ―¿Ha muerto el niño? ―Sí, ya ha muerto —le respondieron.

―¿Qué forma de actuar es esta? —le preguntaron sus oficiales—. Cuando el niño estaba vivo, ayunabas y llorabas; pero, ahora que se ha muerto, ¡te levantas y te pones a comer!

Por eso mandó traer a una mujer muy astuta, la cual vivía en Tecoa, y le dijo: ―Quiero que te vistas de luto, y que no te eches perfume, sino que finjas estar de duelo, como si llevaras mucho tiempo llorando la muerte de alguien.

También Mefiboset, el nieto de Saúl, salió a recibir al rey. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había recortado el bigote, desde el día en que el rey tuvo que irse hasta que regresó sano y salvo.

Venid, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor.

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre.

El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.

No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal.

Pero te ruego que perdones mi pecado, y que regreses conmigo para adorar al Señor.

Samuel regresó con él, y Saúl adoró al Señor.




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