Dicho esto, Natán volvió a su casa. Y el Señor hirió al hijo que la esposa de Urías le había dado a David, de modo que el niño cayó gravemente enfermo.
Sin embargo, el Señor castigó al rey con lepra hasta el día de su muerte. Y, como el rey Azarías tuvo que vivir aislado en casa, su hijo Jotán quedó a cargo del palacio y del gobierno del país.
»”¡Ved ahora que yo soy único! No hay otro Dios fuera de mí. Yo doy la muerte y devuelvo la vida, causo heridas y doy sanidad. Nadie puede librarse de mi poder.