Y en seguida llamó a uno de sus hombres y le ordenó: ―¡Anda, mátalo! Aquel cumplió la orden y lo mató.
El malvado obtiene ganancias ilusorias; el que siembra justicia asegura su ganancia.
Él deshace las maquinaciones de los astutos, para que no prospere la obra de sus manos.
Acto seguido, el rey le dio la orden a Benaías hijo de Joyadá, y este fue y mató a Simí. Así se consolidó el reino en manos de Salomón.
Benaías hijo de Joyadá fue y mató a Joab, e hizo que lo sepultaran en su hacienda de la estepa.
En seguida, el rey Salomón le dio a Benaías hijo de Joyadá la orden de matar a Adonías.
Volviéndose a Jéter, su hijo mayor, le dijo: ―¡Vamos, mátalos! Pero Jéter no sacó su espada, porque era apenas un muchacho y tenía miedo.