pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas obras.
No te apresures a imponerle las manos a nadie, no sea que te hagas cómplice de pecados ajenos. Consérvate puro.
No tengáis nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denunciadlas,
Luego oí otra voz del cielo que decía: «Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis cómplices de sus pecados, ni os alcance ninguna de sus plagas;
Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas.
El que solo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho.
a otros, salvadlos arrebatándolos del fuego. Compadeceos de los demás, pero tened cuidado; aborreced hasta la ropa que haya sido contaminada por su cuerpo.