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Referencias Cruzadas

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1 Samuel 26:21

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

―¡He pecado! —exclamó Saúl—. Regresa, David, hijo mío. Ya no voy a hacerte daño. Tú has valorado hoy mi vida; yo, en cambio, he sido un necio y me he portado muy mal.

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16 Referencias Cruzadas  

―Has actuado mejor que yo —continuó Saúl—. Me has devuelto bien por mal.

―¡He pecado! —admitió Saúl—. He quebrantado el mandato del Señor y tus instrucciones. Los soldados me intimidaron y les hice caso.

Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: ―Esta vez reconozco mi pecado. El Señor ha actuado con justicia, mientras que yo y mi pueblo hemos actuado mal.

―He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. ―¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!

―¡He pecado! —respondió Saúl—. Pero te pido que por ahora me sigas reconociendo ante los ancianos de mi pueblo y ante todo Israel. Regresa conmigo para adorar al Señor tu Dios.

Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles.

Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente.

En efecto, cuando Saúl se enteró de que David había huido a Gat, dejó de perseguirlo.

Sin embargo, así como hoy valoré tu vida, quiera el Señor valorar mi propia vida y librarme de toda angustia.

Además, cada vez que los jefes filisteos salían a campaña, David los enfrentaba con más éxito que los otros oficiales de Saúl. Por eso llegó a ser muy famoso.

Balán le dijo al ángel del Señor: ―He pecado. No me di cuenta de tu presencia en el camino para cerrarme el paso. Ahora bien, como esto te parece mal, voy a regresar.

David respondió: ―Aquí está la lanza del rey. Manda a uno de tus criados a recogerla.

Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida.

―¡Te has portado como un necio! —le replicó Samuel—. No has cumplido el mandato que te dio el Señor tu Dios. El Señor habría establecido tu reino sobre Israel para siempre,

Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando este llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró: ―Hombre de Dios, te ruego que respetes mi vida y la de estos cincuenta siervos tuyos.

Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso te pido ahora que respetes mi vida.




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