El Señor le dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que lamieron el agua, yo os salvaré; y entregaré a los madianitas en tus manos. El resto, que se vaya a su casa».
así que David consultó al Señor: ―¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mi poder? ―Atácalos —respondió el Señor—; te aseguro que te los entregaré.
Entonces Gedeón le dijo a Dios: «No te enojes conmigo. Déjame hacer solo una petición más. Permíteme hacer una prueba más con el vellón. Esta vez haz que solo el vellón quede seco, y que todo el suelo quede cubierto de rocío».
Así que David y sus hombres fueron allí y lucharon contra los filisteos, derrotándolos por completo. David se apoderó de los ganados de los filisteos y rescató a los habitantes de la ciudad.
David consultó al Señor: ―¿Debo perseguir a esa banda? ¿Los voy a alcanzar? ―Persíguelos —le respondió el Señor—. Vas a alcanzarlos, y rescatarás a los cautivos.
Pasado algún tiempo, David consultó al Señor: ―¿Debo ir a alguna de las ciudades de Judá? ―Sí, debes ir —le respondió el Señor. ―¿Y a qué ciudad quieres que vaya? ―A Hebrón.
Así que David consultó a Dios: ―¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mi poder? ―Atácalos —le respondió el Señor—, pues yo los entregaré en tus manos.