Tenía treinta años cuando comenzó a trabajar al servicio del faraón, rey de Egipto. Tan pronto como se retiró José de la presencia del faraón, se dedicó a recorrer todo el territorio de Egipto.
En aquel tiempo el Señor designó la tribu de Leví para llevar el arca del pacto y estar en su presencia, y para ministrar y pronunciar bendiciones en su nombre, como hasta hoy lo hace.
De inmediato llamó Abimélec a su escudero y le ordenó: «Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “¡Lo mató una mujer!”» Entonces su escudero le clavó la espada, y así murió.
Anteriormente, Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, le había preguntado a Abner, general de su ejército: ―Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho? ―Te aseguro, oh rey, que no lo sé.