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Referencias Cruzadas

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1 Pedro 1:3

Biblia Nueva Versión Internacional 2017

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva

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56 Referencias Cruzadas  

Pues habéis nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece.

porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.

Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.

En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación,

Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.

Alegraos en la esperanza, mostrad paciencia en el sufrimiento, perseverad en la oración.

Si reconocéis que Jesucristo es justo, reconoced también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.

Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo.

pasando delante de él, proclamó: ―El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad,

Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros,

Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, os dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcáis mejor.

la cual simboliza el bautismo que ahora os salva también a vosotros. El bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios. Esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo,

Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad.

Pero la gracia de nuestro Señor se derramó sobre mí con abundancia, junto con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros,

Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.

mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicias de los que murieron.

Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios.

desead con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, creceréis en vuestra salvación,

Cristo, en cambio, es fiel como Hijo al frente de la casa de Dios. Y esa casa somos nosotros, con tal que mantengamos nuestra confianza y la esperanza que nos enorgullece.

Os recordamos constantemente delante de nuestro Dios y Padre a causa de la obra realizada por vuestra fe, el trabajo motivado por vuestro amor y la constancia sostenida por vuestra esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

A estos Dios se propuso darles a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.

Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?

Y, si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en vosotros, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en vosotros.

Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.

Así que oró al Señor de esta manera: ―¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes.

Pero tus muertos vivirán, sus cadáveres volverán a la vida. ¡Despertad y gritad de alegría, moradores del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de la mañana, y la tierra devolverá sus muertos.

Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado: Jesucristo, que nació de Dios, lo protege, y el maligno no llega a tocarlo.

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre ama también a sus hijos.

con tal de que os mantengáis firmes en la fe, bien cimentados y estables, sin abandonar la esperanza que ofrece el evangelio. Este es el evangelio que vosotros oísteis y que ha sido proclamado en toda la creación debajo del cielo, y del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.

Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!

Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación.

Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan.

Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y amén.

Luego David animó a toda la asamblea: «¡Alabad al Señor vuestro Dios!» Entonces toda la asamblea alabó al Señor, Dios de sus antepasados, y se inclinó ante el Señor y ante el rey.

y dijo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido ahora lo que con su boca le había prometido a mi padre David cuando le dijo:

Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.

Hermanos, no queremos que ignoréis lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no os entristezcáis como esos otros que no tienen esperanza.

Paz y misericordia desciendan sobre todos los que siguen esta norma, y sobre el Israel de Dios.

Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, que nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una buena esperanza,

Por eso, disponeos para actuar con inteligencia; tened dominio propio; poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os dará cuando se revele Jesucristo.

Por medio de él creéis en Dios, que lo resucitó y glorificó, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza están puestas en Dios.

Así se adornaban en tiempos antiguos las mujeres santas que esperaban en Dios, cada una sumisa a su esposo.

Más bien, honrad en vuestro corazón a Cristo como Señor. Estad siempre preparados para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros.

Cuando Ezequías y sus oficiales fueron y vieron los montones, bendijeron al Señor y a su pueblo Israel.




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