Jesús puso la mano sobre él y le contestó: --¡Sí quiero! ¡Queda sano! El hombre quedó sano de inmediato.
Luego Jesús le dijo al hombre que no podía mover la mano: 'Extiende tu mano'. El hombre la extendió; y la mano le quedó tan sana como la otra.
Jesús tuvo compasión de él, extendió la mano, tocó al enfermo y le dijo: --¡Sí quiero! ¡Queda sano!
Jesús se levantó y ordenó al viento y al mar que se calmaran. En seguida el viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo.
La tomó por la mano y le dijo en idioma arameo: --¡Talitá, cum! Eso quiere decir: 'Niña, levántate'.
Después miró al cielo, suspiró y dijo: '¡Efatá!' Esta palabra significa '¡Ábrete!'
Cuando Jesús vio que se estaba juntando mucha gente a su alrededor, reprendió al espíritu malo y le dijo: --Espíritu malvado, que impides hablar a este joven, ¡te ordeno que salgas y no vuelvas a entrar en él!
En ese tiempo, también había en Israel muchas personas enfermas de lepra, pero Eliseo sanó sólo a Naamán, que era del país de Siria.
Jesús extendió la mano, tocó al enfermo y le dijo: --¡Sí quiero! ¡Queda sano! De inmediato, el hombre quedó completamente sano.
Entonces se acercó y tocó la camilla. Los hombres dejaron de caminar, y Jesús le dijo al muerto: '¡Joven, te ordeno que te levantes!'
Después de decir esto, Jesús gritó: '¡Lázaro, sal de ahí!'
Porque así como mi Padre hace que los muertos vuelvan a vivir, así también yo le doy vida a quien quiero.