Entonces sus discípulos fueron a despertarlo: --¡Señor, sálvanos! ¡Nos hundimos!
De pronto, un hombre que tenía lepra se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: --Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo?
Todavía estaban navegando cuando se desató una tormenta tan fuerte que las olas entraban a la barca. Mientras tanto, Jesús dormía.
Mientras Jesús hablaba, llegó un jefe de los judíos, se arrodilló delante de él y le dijo: '¡Mi hija acaba de morir! Pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir'.