Pero Abraham le respondió: 'Tú eres mi descendiente, pero recuerda que cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien, y a Lázaro, muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir.
Dios los bendecirá a ustedes,
los que ahora pasan hambre,
porque tendrán comida suficiente.
Dios los bendecirá a ustedes,
los que ahora están tristes,
porque después vivirán alegres.
¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que tienen mucho que comer,
porque pasarán hambre!
¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que ahora ríen,
porque sabrán lo que es llorar
y estar tristes!
La mujer entró y se arrodilló a sus pies, y tanto lloraba que sus lágrimas caían sobre los pies de Jesús. Después le secó los pies con sus propios cabellos, se los besó y les puso el perfume que llevaba.
Al que soporta las dificultades Dios lo *bendice. Porque cuando las supera, Dios le da el premio y el honor más grande que puede recibir: la vida eterna que ha prometido a quienes lo aman.
Él secará sus lágrimas, y no morirán jamás. Tampoco volverán a llorar, ni a lamentarse, ni sentirán ningún dolor, porque lo que antes existía ha dejado de existir'.