Los sacerdotes principales recogieron las monedas y dijeron: 'Con estas monedas pagamos para que se mate a un hombre; la ley no nos permite que las pongamos en la caja de las ofrendas'.
Los sacerdotes acostumbraban nombrar a uno del grupo para que entrara al templo de Dios y quemara incienso en el altar. Esta vez le tocó a Zacarías entrar a quemar el incienso,