Los discípulos se enojaron y dijeron: --¡Qué desperdicio!
Cuando los otros diez discípulos se dieron cuenta de todo esto, se enojaron con Santiago y Juan.
Mientras Jesús comía, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro. Se acercó a él y le echó el perfume sobre la cabeza.
Ese perfume pudo haberse vendido, y con el dinero hubiéramos ayudado a muchos pobres.
Algunos de los que estaban allí se enojaron y dijeron: '¡Qué desperdicio tan grande!