Ya eran las cinco de la tarde cuando el dueño fue de nuevo a la plaza y vio a otros hombres desocupados. Entonces les preguntó: '¿Por qué han estado ahí todo el día sin hacer nada?'
'Cuando se hizo de noche, el dueño le dijo al jefe de los trabajadores: 'Llama a cada uno y págales, comenzando por los últimos que vinieron, y terminando por los que vinieron primero'.
'¿Qué vamos a hacer?', se decían. 'No podemos acusarlos de mentirosos, pues lo que hicieron por ese hombre es realmente un milagro, y todos en Jerusalén lo saben'.
Otros decían:
Dios puede hacer que ustedes se mantengan firmes en la vida que Jesucristo nos ha dado. ¡Alabémoslo! Así lo dije cuando les anuncié la buena noticia y les hablé de Jesucristo. Esto va de acuerdo con el plan que Dios nos dio a conocer, y que mantuvo en secreto desde antes de crear el mundo.
Dios es justo, y nunca olvidará lo que ustedes han hecho y siguen haciendo para ayudar a su pueblo elegido. De esa manera, ustedes también demuestran que aman a Dios.