Pero los fmaestros de la Ley que habían llegado de Jerusalén decían: 'Este hombre tiene a Beelzebú, el jefe de los fdemonios. Sólo por el poder que Beelzebú le da, puede expulsarlos'.
En cierta ocasión Jesús estaba enseñando en una casa. Allí estaban sentados algunos fariseos y algunos maestros de la Ley. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, de Judea, y de la ciudad de Jerusalén, para oír a Jesús.
Y como Jesús tenía el poder de Dios para sanar enfermos,
Algunos fariseos y maestros de la Ley comenzaron a hablar contra los discípulos de Jesús, y les dijeron:
--¿Por qué comen ustedes con los cobradores de impuestos y con toda esta gente mala?
Los jefes de los judíos, que vivían en Jerusalén, enviaron a algunos sacerdotes y a otros ayudantes del templo, para que le preguntaran a Juan quién era él. Juan les respondió claramente:
--Yo no soy el Mesías.
Se armó entonces un gran alboroto, en el que todos gritaban. Algunos maestros de la Ley, que eran fariseos, dijeron: 'No creemos que este hombre sea culpable de nada. Tal vez un ángel o un espíritu le ha hablado'.
Cuando Pablo entró en la corte, los judíos que habían venido desde Jerusalén comenzaron a acusarlo de hacer cosas muy malas. Pero no pudieron demostrar que todo eso fuera cierto.