'No den a los perros las cosas que pertenecen a Dios. Tampoco echen lo más valioso a los cerdos. Ninguno de ellos sabe apreciar su valor, y lo que harán será pisotearlas y morderlos a ustedes. Pedir, buscar y llamar
Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron al pueblo. Allí contaron lo que había pasado con los cerdos y con los dos hombres que habían tenido demonios.
Jesús les dio permiso, y ellos salieron del hombre y entraron en los cerdos. Los animales echaron a correr cuesta abajo, hasta que cayeron en el lago y se ahogaron.
Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron al hombre que antes estaba endemoniado, y lo encontraron sentado, vestido y portándose normalmente. Los que estaban allí temblaban de miedo.